miércoles

Segunda parte: Capítulo 4

LA IGLESIA COMO UNA VELETA


Seamos francos. Nuestras opiniones no fueron tan honestas. Nos encontramos, sencillamente, en contacto con una determinada corriente de ideas y nos sumergimos en ella porque nos pareció moderna y exitosa.

EL GRAN DIVORCIO C.S. Lewis


…hay una corriente en la sociedad que dice que algunas personas son «cool» y algunas otras no lo son, y que es muy importante que seamos «cool». Entonces cuando encontramos a alguien que es «cool» en televisión o en radio, tratamos de parecernos a esta persona para sentirnos valiosos….

El problema con esto es que asigna poco valor a lo que creen las personas, a lo que representan; sólo importa ser «cool»… porque al final la corriente cultural no le da valor a las personas con base en lo que creen, y en lo que hacen para ayudar a la sociedad, la corriente decide su valor con base en si son «cool» o no.

TAL COMO EL JAZZ: pensamientos no religiosos
sobre la espiritualidad cristiana
Donald Miller

Toluca, México

Siempre he estado interesada en el clima. En mi juventud, cada mañana revisaba el termómetro que mis padres tenían afuera de la ventana de su recámara y, aunque no proveía un pronóstico del clima para todo el día, me ayudaba a decidir si usar una blusa de manga corta o un suéter con mi falda a cuadros del uniforme de la escuela católica.

En nuestra boda, alguien nos regaló una «vara de clima»: una ramita cuyo ángulo se elevaba al cielo cuando estaba despejado y se inclinaba hacia la tierra si iba a llover. La pusimos en un árbol en el patio trasero de la casa y terminó siendo más útil que un termómetro, debido a que no hay un rango amplio de temperatura a 19 grados al norte del Ecuador y a 2680 metros sobre el nivel del mar; casi siempre está fresco, excepto cuando llueve; entonces hace frío.

Otro dispositivo meteorológico simple es la veleta, que ayuda a la gente a predecir el tiempo por los cambios en la dirección del viento. Aunque no tengo ninguna experiencia personal en el uso de una veleta como herramienta de predicción, se convirtió en una importante metáfora en mis ideas acerca de la iglesia, debido a la forma en que difiere de un monumento.



En vez de apuntar constantemente hacia el pasado, una veleta presta atención hacia el presente inmediato, con un ojo hacia el futuro cercano. En contraste con las congregaciones enfocadas en su herencia y su historia, existen las que están interesadas principalmente en el hoy y en el mañana; no piensan en términos de categorías históricas de teología o denominaciones. Los estantes de libros de sus congregantes están llenos de obras de autores contemporáneos, y su alabanza colectiva se centra en canciones escritas no muchos años atrás, tal vez hasta de los últimos cinco años. Por ejemplo, un líder de alabanza que conozco, elige sus canciones exclusivamente en los frecuentes estrenos en CDs y libros de cantos que la Compañía Musical Vineyard saca al mercado.

Los cambios frecuentes son característicos en las veletas y constituyen otra diferencia con los monumentos que no cambian, excepto cuando se desintegran. La congregación de Quintana Roo, conocida así por el nombre de la calle en donde se localiza el edificio, provee un ejemplo de cómo una iglesia puede cambiar debido a los vientos que prevalecen a su alrededor.


Cuando nos mudamos a Toluca, esta congregación era la única que contaba con un pastor de jóvenes a tiempo completo y tenía uno de los grupos de jóvenes más grandes en el área. A través de los años, el pastor de jóvenes, JC, se hizo amigo nuestro y se ganó nuestro respeto como colega en el ministerio. Le invitamos a nuestras conferencias para que enseñara a los líderes de jóvenes a cómo usar las artes tanto en el ministerio juvenil como en el evangelismo, y él nos invitaba a enseñar a los líderes de las iglesias de su red. Estando inmerso en la coordinación de un ministerio juvenil grande así como en varios proyectos con niños marginados patrocinaos por Compasión Internacional, JC se tomó el tiempo de escribir una columna para nuestro sitio web para líderes de jóvenes, y hasta viaja por todo el continente enseñando a los líderes con quienes entró en contacto a través del sitio web.

Debido a que siempre tenemos mucho de qué hablar y muy poco tiempo para reunirnos, no escuchamos con frecuencia cómo van las cosas con el programa juvenil de esta congregación. Pero, en una cena pocos meses antes de que dejáramos México, JC nos dio una sinopsis de su ministerio a través de los diez años que teníamos de conocerlo:

Nuestro grupo regular contaba con 75 jóvenes y era uno de los más grandes de la ciudad. Me sentía muy complacido con esa situación hasta que quise saber cuántos adolescentes y jóvenes adultos venían a nuestros cultos de adoración los domingos. Hice un censo y encontré que eran más de 400. Nuestro «gran» grupo de jóvenes estaba ministrado a menos del 20% de la población de jóvenes que asistían al culto.

En un esfuerzo por cambiar esto, implementamos una estrategia que complementaba nuestras reuniones de grupo grande, con grupos hogareños. Esto fue un éxito tal que el liderazgo de la iglesia decidió aplicar una estrategia de grupo pequeño para la iglesia entera.

Mientras JC hablaba, recordé una conversación que tuvimos cuando él se hallaba animado con el éxito de los grupos pequeños para jóvenes, y con mucha razón, ya que se sentía honrado de que la iglesia viera el ministerio juvenil como un modelo a imitar; en ese tiempo, Tim intentó explicarle que los grupos pequeños multi-generacionales que la iglesia pensaba formar tendrían de hecho una dinámica muy diferente de la de los grupos pequeños que tenían con los jóvenes. Tim también compartió su opinión, basada en muchos años de observación y de experiencia personal, de que el plan de formación espiritual de una congregación debe incluir un ambiente en que los jóvenes puedan ser discipulados de acuerdo a las necesidades propias de la etapa que están viviendo. En ese entonces JC hizo caso omiso de esa preocupación, respondiendo que el nuevo pastor de su iglesia había estudiado en Corea el modelo que ahora estaba implementando, y que había visto un crecimiento dramático en su iglesia local en Centroamérica.

Regresando a nuestra cena de despedida, JC nos explico lo que había pasado como resultado de la nueva estrategia:


Cuando el pastor centroamericano empezó a implementar su modelo, desmanteló los grupos pequeños de nuestro ministerio juvenil e incorporó a los adolescentes y jóvenes de veintitantos años en grupos celulares heterogéneos y multi-generacionales. Los líderes del ministerio juvenil enfocamos todas nuestras energías en la nueva visión de la iglesia. Lamentablemente, el cambio fue desastroso para nuestro programa juvenil porque las nuevas células eran dirigidas por adultos y perdimos el ambiente en el que habíamos estado mentoreando a los líderes de jóvenes. A causa de que nuestro tiempo y energía, y el de nuestros voluntarios anteriormente comprometidos con el ministerio juvenil, estaban enfocados hacia los miembros de nuestros grupos celulares, que incluía todas las edades, tuvimos mucho menos contacto con los jóvenes. La mayoría de los adolescentes y jóvenes adultos no se sentían a gusto en las células heterogéneas y, al poco tiempo, dejaron de ir.

Nos tomó más de un año darnos cuenta de todo esto, y nos tomó muchos años más volver al punto donde estábamos antes de que importáramos el nuevo modelo.

Cuando la conversación llegaba a su fin, JC nos dijo que el liderazgo de su congregación había decidido recientemente implementar un nuevo modelo llamado «G-12». Esta estrategia de crecimiento de la iglesia se ha desarrollado en Colombia, así que iban a enviar a JC para que aprendiera cómo encabezar el proyecto. Mi intención no es enfocarme en los méritos de los grupos pequeños homogéneos sobre los heterogéneos, ni comentar acerca del movimiento G-12; simplemente quiero ilustrar cómo una iglesia se puede ver como una veleta, cambiando su dirección con los vientos de cada nuevo modelo.

San Bernardino, Paraguay

Años atrás estaba explicándole acerca de las congregaciones tipo monumento, veleta y brújula, a un amigo español que ha trabajado con líderes cristianos a través de Europa y Latinoamérica por más de treinta años. Él me dijo: «¿Qué hay de las iglesias que realmente están dentro del negocio del entretenimiento...proveen poco más que un show y se enfocan en cuán grandes pueden llegar a ser. Necesitas una metáfora para ese tipo de iglesia». Mientras él hablaba, recordé un incidente desafortunado con un líder de alabanza en una conferencia de Raíces en Paraguay.

Todo el material promocional acerca del Congreso Raíces explica que no es un evento motivacional tradicional que divida el tiempo de la plataforma entre las plenarias y la música. Aunque creemos que la adoración debería ser una actividad primordial en la vida del creyente, durante los pocos días del congreso preferimos proveer a los líderes de jóvenes lo que no está a su alcance el resto del año: entrenamiento a profundidad en el ministerio juvenil. Dicho esto, el organizador local del congreso, invariablemente, invita músicos para el inicio de cada sesión y para un concierto. Cada año el equipo timón de Raíces tiene la esperanza de que esta vez sea una buena experiencia; esperamos que la alabanza se enfoque en Dios en lugar de en los músicos y su presentación, y también esperamos que la banda respete el tiempo límite que se le asigna.

El grupo musical que fue invitado al centro de conferencias en San Bernardino para el concierto era muy popular entre los líderes de jóvenes; todos cantaron, aplaudieron y saltaron. Sin embargo, el tiempo acordado para el concierto se agotó y la banda seguía tocando. Alex Chiang, uno de los mejores expositores que hemos escuchado en cualquier idioma, había llegado desde Perú y estaba esperando para impartir su mensaje. Era importante seguir el horario, no sólo por respeto a Alex, sino también porque los asistentes al congreso todavía tenían que pasar un tiempo en grupos pequeños para revisar las asignaturas del día.

El director de la conferencia les hizo una señal a los músicos de que necesitaban terminar el concierto pero estos se hicieron la vista gorda. Después que iniciaron una nueva canción, él discretamente se acercó al cantante principal y le dijo que el tiempo se había agotado.

Tan pronto como el director se alejó, el cantante le dijo a la audiencia: «Nos dicen que dejemos el escenario. ¿Ustedes quieren que nos vayamos?»

«!No!»--respondieron.

El cantante siguió diciendo: «El Espíritu está aquí esta noche y no vamos a dejar que se apague; vamos a continuar alabándole...» y le indicó a la banda una nueva canción. Era obvio que creía que su participación era lo más importante en la agenda del Espíritu para esa noche.

Después de una breve consulta con el fundador de Raíces, el director de la conferencia quitó la corriente eléctrica. Sin electricidad para sus instrumentos y micrófonos, la banda abandonó la plataforma. El orgullo y la falta de respeto de esos músicos fue exagerado, pero, hay muchas congregaciones guiadas, hasta manipuladas, por las opiniones y los deseos de la persona que tiene el micrófono.

Tim ha descrito a la iglesia veleta como «el reflejo religioso de una moda cultural». ¿Qué podría ejemplificar mejor una moda cultural que el entretenimiento guiado por las preferencias del mercado? El mundo valora los números porque más espectadores, más ventas o más clientes significan importancia y éxito crecientes. El modelo de iglesia centrada en entretenimiento atrae a personas porque les da lo que quieren, por hacerles sentir parte del círculo interno, o por decirles «las novelerías que quieren oír».

Tim y yo hemos discutido los puntos y contrapuntos de las congregaciones cuyo tiempo de reunión se centra en una experiencia visual, musical y tecnológica. A veces me he sentido perdida en un laberinto de argumentos y dudas. Precisamente debido a que las veletas son una clase de tecnología, me han provisto una forma de aclarar muchos de estos asuntos.

Las veletas se pueden ver como tecnología simple—consisten solamente de un objeto móvil colocado en un eje vertical, de tal manera que pueda girar con el viento—sin embargo, no es sencillo que una veleta sea de ayuda practica. Cuando evaluamos la tecnología tenemos que hacernos la pregunta «¿Funciona?» en dos diferentes sentidos:

1) La herramienta en sí misma ¿trabaja bien?
2) ¿Esta herramienta nos está ayudando a conseguir nuestro objetivo?

A fin de que una veleta «funcione» en el primer sentido, debe construirse y ubicarse correctamente. El objeto móvil debe estar perfectamente balanceado, con igual peso y área de superficie en cada lado del eje; para obtener una lectura correcta, la veleta debe colocarse elevada del piso, alejada de edificios, árboles o cualquier cosa que interfiera con viento. Si se cubre estos requisitos, la herramienta en sí se puede decir que «funciona». Pero, todavía queda por ver si resulta de utilidad.

De manera semejante, una congregación, obviamente, debería esforzarse por tener funcionando, lo mejor posible, todas las herramientas que usa, ya sea que estemos hablando de música y tecnología o de programas y estructuras de autoridad institucional. Pero la evaluación no puede terminar allí, debemos hacer el difícil trabajo de analizar si estas herramientas están ayudando a alcanzar los propósitos de Dios para la iglesia. No deberíamos alabar ni menospreciar a una congregación o movimiento con base en su tamaño o en su uso de los medios y la tecnología. Nuestra admiración o cuestionamiento debería partir principalmente de una evaluación de los propósitos que se están alcanzando con esas herramientas.

La banda de Paraguay funcionaba bien en el sentido de que a la gente les gustaba su música y la tocaban bien. Fueron invitados a proveer un descanso después de estar horas sentados escuchando enseñanzas, una función que ellos realizaron bien. Pero se consideraron a sí mismos un grupo de «adoración» y, como puedes imaginar, tengo mis dudas acerca de si ellos fueron una herramienta útil para ese propósito.

Municipio de Bridgewater, New Jersey, EEUU

Pocos meses antes de que saliéramos de México, mi hermana mayor, que ya tenía un niño de dos años, dio luz a trillizos. Tim y yo habíamos discutido estrategias de cómo criar niños con nuestras hermanas y sus esposos, quienes, contrariamente a nosotros, son padres, y todos estuvimos de acuerdo en que la estrategia defensiva Hombre-a-Hombre es más efectiva que la de Zona. Los trillizos aniquilaron nuestro plan porque, con cuatro niños menores de tres años de edad en una casa, casi siempre te hallas en el plan defensivo de zona. Mis padres forman el equipo defensivo principal, pero, de vez en cuando, la segunda línea es llamada a salir de la banca. Esos somos Tim y yo.

Cuando los trillizos tenían dos meses de edad, fuimos a ayudar a mi hermana durante tres semanas. La vida se volvió tan loca que, frecuentemente a mediodía, andábamos todavía en pijamas porque no habíamos tenido tiempo de cambiarnos. Seis meses después, pasamos algunos días con ellos y, aunque todavía había mucha actividad, no sólo pude vestirme, sino que hasta pude salir a correr un par de ocasiones.

Una mañana cuando corría por un camino aledaño cercano a la casa, vi la imagen perfecta de una granja con su tradicional veleta en forma de gallo en lo alto de un silo rojo al lado del granero. Cuando me acerqué noté un letrero: «Huevos frescos recogidos cada mañana». Al llegar justo enfrente de la granja pude ver una mesa de picnic junto a un carrito para ventas ambulantes de comida anunciando: «Venga a disfrutar nuestros hot dogs». En lo que se me hizo patente que ese granjero en mucho tiempo no había plantado ni cosechado sus propios cultivos, me di cuenta que la veleta que había llamado mi atención, para ese momento, era sólo un ornamento y no una herramienta. Me imagino que en un futuro cercano, cuando esa granja sea adquirida por una compañía constructora, la veleta será vendida a alguien que quiera algo «colorido local» para su hogar.

Pasé el resto de mi carrera pensando acerca de la relación entre las veletas y los monumentos. Al principio, me parecían polos opuestos, pero, cuanto más profundamente los consideraba, más similares me parecieron. Primero, ambos son atraccionales; tienes que ir al lugar donde se encuentran para tener un beneficio de ellos. Segundo, para obtener un valor práctico de los datos que nos comunican, tenemos que interpretarlos y aplicarlos; y, finalmente, desde el punto de vista histórico, fueron creados para beneficio de toda una comunidad. Muchísimas iglesias y edificios de gobierno en las poblaciones de Europa y Estados Unidos tenían veletas en sus techos a fin de que todos pudieran aprovecharlas. Pero cuando una veleta se convierte en adorno arquitectónico en vez de ser una herramienta de predicción, cambia del enfoque comunitario al personal.

He estado en muchas congregaciones cuyo estilo me recuerda una veleta ornamental: lo que en un momento estuvo en contacto con el presente y orientado al futuro se ha convertido en un recuerdo nostálgico del pasado. Por ejemplo, cuando la Iglesia San Pablo se estableció en Toluca en 1980 era tan «progresista» en su estilo de alabanza que, las otras iglesias de la denominación, la excluyeron. Pero, la innovación musical no ha continuado; cuando un amigo, que había sido el baterista original, vino a visitarnos nos dijo que las canciones que cantamos ese domingo eran las mismas que él tocaba casi veinte años atrás.

Flores, Capital Federal, Argentina

Memo creció en la comunidad de San Pablo--un hecho que se nos recordaba cada año durante las celebraciones de aniversario de la congregacion porque muchas de las primeras reuniones de se llevaron a cabo en la propiedad de su familia--pero, el primer domingo que asistimos a San Pablo fue el último para Memo. Ese día él fue comisionado para trabajar con un grupo indígena, los Mazahua, que vivía a dos horas de Toluca. Siendo misioneros recién llegados a una tierra desconocida, nos sentimos identificados con Memo y hemos mantenido una amistad estrecha desde entonces a pesar del hecho de que nunca hemos vivido en la misma ciudad por más de unas pocas semanas. La trayectoria de Memo lo ha llevado desde titularse en arquitectura a trabajar dos años en el desarrollo comunitario con la etnia Mazahua, dos años en proyectos de reconstrucción en Honduras después del Huracán Mitch, dos grados de maestría en nuestra alma mater, RTS, y ahora se encuentra en Buenos Aires estudiando para obtener su doctorado en teología. Así que, aunque ni siquiera vivimos en el mismo continente, nos vemos regularmente.

Seis meses después de que Memo y su esposa Janelle se mudaran a Buenos Aires, Tim y yo estuvimos en esa ciudad y ellos nos invitaron a tomar té en su diminuto departamento dentro de los terrenos del seminario. Memo había sido advertido que esa escuela era teológicamente «liberal», pero aún así se le ha sorprendido la ideología que los profesores presentan como creencias cristianas.

«El otro día uno de mis profesores estaba enseñando acerca de la salvación—nos comentó Memo—, su premisa es que cada generación tiene que descubrir lo que significa para ellos la salvación. Dijo que para la actual generación, la salvación significa ser librados de un desastre nuclear y ecológico».

Esto me pareció un ejemplo perfecto de la teología veleta. Aunque, probablemente, este profesor se llama a sí mismo cristiano, él no se avergüenza del hecho de que su marco para entender la vida no se basa en una visión histórica-ortodoxa de la Biblia y de los cimientos básicos revelados en ella. Como resultado, él se dirige hacia donde van los vientos prevalecientes a su alrededor. El profeta Jeremías describe el mismo fenómeno en la vida religiosa de Israel: «...el mensaje de cada uno será su propia palabra, ya que ustedes han distorsionado las palabras del Dios viviente, del SEÑOR Todopoderoso, nuestro Dios». (Jeremías 23:36)

Cuando un individuo, una congregación o una institución eclesiástica abandona la Revelación para favorecer las tendencias de opiniones humanas, se convierte en nada más que una veleta que gira, y pierde significado en la vida de las personas debido a que no tiene nada de valor duradero qué comunicarles. Si este individuo o grupo proclama hablar en el nombre de Dios, se asemeja a los líderes religiosos de quienes Dios dijo:

No hagan caso de lo que dicen los profetas,
pues alientan en ustedes falsas esperanzas;
cuentan visiones que se han imaginado
y que no proceden de la boca del SEÑOR.
A los que me desprecian les aseguran
que yo digo que gozarán de bienestar;
a los que obedecen los dictados de su terco corazón
les dicen que no les sobrevendrá ningún mal.
¿Quién de ellos ha estado en el consejo del SEÑOR?
¿Quién ha atendido y escuchado su palabra?...

Yo no envié a esos profetas, pero ellos corrieron;
ni siquiera les hablé, pero ellos profetizaron.
Jeremías 23:16-18, 21
El resultado final tanto para los profetas como para aquellos que aceptan sus palabras es grave,
Entonces me olvidaré de ustedes y los echaré de mi presencia... Y los afligiré con un oprobio eterno, con una humillación eterna que jamás será olvidada.

Jeremías 23:39-40

Lo que me recuerda las palabras de Jesús: «¿De qué le sirve al hombre si gana todo el mundo y pierde su alma?»
 
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