jueves

Metro de Santiago, Chile

Creo que la primera vez que subí a un tren subterráneo fue en Londres. El símbolo de, como lo llaman, «The Tube» –un círculo rojo sobre fondo blanco- refleja la manera en que lo percibí: sencillo, limpio, ordenado, «cool» y desde entonces me agrada viajar en metro. También es mucho más fácil moverme así en un lugar desconocido que en autobús, por esto que, cuando fue necesario ir de la casa de Aarón a la clínica que se encuentra en el centro de Santiago, utilizamos el metro.

Parada en el vagón de repente me di cuenta que podía ver a lo largo de todo el tren, algo que no se puede hacer en el metro de la Ciudad de México que usábamos mucho cuando vivíamos en Toluca porque allí los trenes se forman de carros individuales cerrados. Estaba disfrutando de la novedad de mirar el tren moverse por los rieles como una serpiente cuando me percaté de algo muy raro: aunque veía que, debido a las curvas en el camino, el carro frente a nosotros cambiaba de dirección continuamente, sentía como si yo siempre fuera hacia delante en línea recta. Lógicamente sabía que esto no podía ser verdad. Sabía que si el carro delante del nuestro giraba hacia la derecha, un instante después también lo haría el carro en el que íbamos. Pero, por más que me enfoque en esto, no pude lograr que mis sentidos estuvieran de acuerdo con lo que mi mente sabía que era la realidad. Experimentar mi propensión al auto-engaño me mostró otra razón por la que necesito una brújula en mi vida.

Invariablemente pienso que voy en la dirección correcta cuando en realidad puedo estar desviándome cada vez más del objetivo. Tim sabe esto muy bien, ya que mi confianza en mis instrucciones para llegar a algún lado, ocasionalmente sobrepasa mi exactitud. Ha habido ocasiones en que nos he llevado por atajos sin salida o terminamos más lejos de nuestro destino que cuando empezamos, todo esto mientras daba las instrucciones con confianza total. Las historias de raptos, asesinato y venganza al final del libro de los Jueces ilustra lo mal que puede llegar a estar una sociedad cuando «cada uno hacía lo que le parecía mejor». Nuestra debilidad y pecado, nuestra capacidad para auto-engañarnos, y nuestra tendencia a perder nuestro rumbo, significa que necesitamos algo fuera de nosotros para guiarnos en nuestra trayectoria.

La aguja de una brújula apunta al norte a causa de su atracción magnética hacia el campo magnético de la tierra. Puedes crear una aguja de brújula de un metal no magnético, como un alfiler, si lo magnetizas frotándolo contra un imán. La iglesia «brújula» es una comunidad «magnetizada» por la Palabra de Dios, la cual, constantemente, apunta hacia Cristo, la encarnación del Reino de Dios, y ayuda a la gente a evaluar su camino y a reorientar su trayectoria.

Me han dicho que cuando un barco esta por entrar a un canal grande, el capitán tiene a la vista tres luces. Si hubiera sólo una luz parecería que en cualquier ángulo entraría derecho al canal. Aun con dos luces habría lugar para el error; pero cuando las tres luces están alineadas, cuando el capitán ve las tres luces como si fueran una sola, sabe que el barco está alineado directamente con el canal y puede proceder con confianza. Esto me recuerda Mateo 18:20, «Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». El consejo de otros dos o tres no es una fórmula mágica para mantenernos en un buen rumbo, pero, como apunta Neil Cole en The Organic Church: growing faith where life happens [La Iglesia orgánica: desarrollando la fe en donde la vida sucede], «dos o tres trabajando juntos da un resultado… más seguro que un líder solo, y más fuerte que un comité».

1 comentario:

rappo dijo...

wow Annette, te felicito por el libro, bueno todavía no lo acabo, pero es impresionante el ejemplo del metro, también me ha pasado en el DF y he intentado percibir el cambio de dirección incluso con los ojos cerrados, pero es imposible, gracias por el ejemplo, y después te tengo que escribir todo un correo para felicitarte del libro y de las verdades que he visto y he aprendido, gracias por tu amistad y la de Tim, espero poder seguir construyendo mi "reino" magnetizado en Crsito.

 
Creative Commons License
La Iglesia Portatil por Annette L.B. Gulick es protegido bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0.