sábado

Segunda parte: Capítulo 3

LA IGLESIA COMO UN MONUMENTO


Una clase de recuerdo que no se lleva a la redención es lo que muchas personas llaman «nostalgia». Que triste visitar amigos o parientes ancianos y encontrarlos decaídos, aferrados a «los buenos días de ayer»; no tienen vida en el presente y poca visión del futuro porque están encerrados en el pasado.

EL ROMANCE SAGRADO Eldredge y Curtis


En su libro clásico del año 1975, The Problem with Wineskins [El problema con los odres], Howard Snyder escribió que los edificios de iglesia dan testimonio de cinco hechos respecto a la iglesia de Occidente: su inmovilidad, inflexibilidad, falta de unión, orgullo y divisiones de clase. «El Evangelio dice “Ve”, pero nuestros edificios eclesiales dicen “No te vayas”».

SHAPING OF THE THINGS TO COME Frost & Hirsch

jueves

Un gato muerto en una calle sin nombre, colonia Casa Blanca, MEX

Tan pronto como empecé a pensar en los monumentos como una metáfora para congregaciones locales, los veía en todas partes, desde los impresionantes—obeliscos, arcos, estatuas, edificios—hasta los que fácilmente pueden pasar desapercibidos como placas conmemorativas y lápidas. Si prestas atención a los monumentos que te rodean, comenzarás a sentir lo que significa que la iglesia sea un monumento. Para mí, la metáfora es «atraccional», llena de historia y me hace pensar en algo hecho de un material durable y rígido. Confieso que cuando comencé a considerar el paralelismo entre las congregaciones y los monumentos usé la metáfora para criticar lo que yo veía como instituciones eclesiásticas rígidas y sin vida.

Una mañana, durante nuestra caminata por nuestro barrio en Toluca, Tim y yo pasamos frente a un gato muerto en el camino. Nadie recogió el cuerpo, así que durante las siguientes semanas ese gato se convirtió en parte de nuestras caminatas matutinas. Durante la primera semana evitamos pasar por esa calle a causa del olor y las moscas, después regresamos a nuestro recorrido acostumbrado, pero yo caminaba lo más lejos posible del gato, hasta que ya no quedaba gran cosa de él.

Una mañana al ver los restos del gato, Tim dijo: «Resulta extraño que las cosas que tuvieron más vida se desintegren más rápido y las que ya estaban muertas...los dientes, el pelo y las uñas... son las que duren más.»

El gato muerto se convirtió para nosotros en un símbolo de las instituciones cuya vitalidad espiritual ha desaparecido aunque la estructura aún exista: un mero monumento al pasado. Pero sería reduccionista si dejara allí la metáfora del monumento.

Aunque me gusta la sensación de validez que viene por sentirme capaz de demostrar porqué yo estoy en lo correcto y alguien más está equivocado, reconozco que esa clase de acercamiento no es útil para nadie. No me ayuda mucho porque el orgullo perjudica en vez de procurar mi bienestar. No ayuda mucho a mis amigos porque, probablemente, en parte los son porque piensan como yo; entonces la gente que podría beneficiarse de una discusión acerca del valor de una institución específica es la misma gente que está entregando su energía y recursos en ella, es la misma gente que podría sentirse rechazada por mi análisis que considera como muerta dicha entidad.

Lo que sí puede ser útil es detenernos y pensar acerca de las fortalezas y debilidades de los monumentos, su uso adecuado y los peligros que podemos evitar en la iglesia.

En la cama con Tim, Martínez, AR

El título suena como si esta parte fuera más interesante de lo que es en realidad, pero no es publicidad engañosa. Me había levantado temprano para escribir, pero Tim me hizo una pregunta y decidí regresarme a la cama para continuar la conversación más cómodamente:

«¿Cómo te fue ayer con lo que estás escribiendo» me preguntó.

El día anterior había sido el último día de la visita de Chase a Argentina, y en todo el día yo no había visto a Tim, a Chase y a Terence, ya que pasaron toda la tarde explorando el delta del río Paraná, un encantador laberinto de islas y canales. Renuncié a ir de excursión a uno de mis lugares favoritos en la tierra para tratar de escribir algo que valiera la pena acerca de congregaciones como un monumento.

«Estuvo bien— le conteste —pero no sé que tan didáctica debo ser; quiero que esto sea un marco para discusión, pero en este momento soy la única que habla.»

Tim no me dio ningún consejo acerca de mi dilema, simplemente me animó y oró por mí. Pero, después de dieciséis años de estar casada con él, sé que Tim valora mucho la comunicación clara; él no se cansa de hablar sobre un asunto si piensa que algo todavía no está claro o que puede haber un malentendido. Así que en honor a la claridad voy a presentar una lista de algunas de las propiedades generales de los monumentos que son particularmente relevantes para la metáfora de la iglesia como tal.
  • Los monumentos están localizados en un lugar en particular.
  • Los monumentos apuntan al pasado, sirven mayormente para recordarle al espectador acerca de individuos o eventos importantes.
  • Los monumentos son valorados y comprendidos por un grupo que comparte historia y cultura.
  • Los monumentos pueden hablar por sí mismos, pero su impacto se maximiza si tienen un intérprete.
  • Los monumentos requieren una considerable inversión para su construcción y mantenimiento.

Maui, Las Islas Hawaianas, EEUU

Cuando yo tenía seis años mi familia pasó un mes en Hawai. No recuerdo cómo me sentía respecto a la costa antes, pero en ese viaje me enamoré del agua color jade, la arena blanca, las palmeras, los peces tropicales, el olor a frangipani, el sonido de las olas y el poder usar traje de baño todo el día y todos los días. Ocasionalmente, mis padres nos sacaban de la playa, a mi hermana mayor y a mí, para que aprendiéramos algo de la historia de las islas; en una de esas salidas, llegamos hasta una enorme estatua del Rey Kamehameha, con el pecho desnudo pero luciendo una capa y un penacho alto.

No presté ninguna atención a la información que mi padre nos leía acerca de él de una placa en la base de la estatua porque, cuando escuché la palabra «rey», comencé a imaginarme que yo era su tatara-tatara-tataranieta, y pensé que esa era la razón por la que mi piel era más oscura que la de mis compañeros de clase en Kansas. He olvidado los detalles específicos que inventé respecto a este descubrimiento, pero sí sé que soñaba con la idea de mudarme a Hawai, como parte de la realeza, y poder disfrutar a diario las delicias de ese mundo tan diferente de mi vida ordinaria.

Ese monumento está entretejido en la tela de mis recuerdos. Sin él no habría recordado el nombre Kamehameha todos estos años; pero dudo que mis fantasías de princesa fueran lo que los hawaianos tuvieran en mente cuando erigieron la estatua para honrar la memoria del gobernante que unificó las islas de Hawai. Tuve una grata experiencia, pero, al igual que la mayoría de los monumentos que he visto en mi vida, no ha tenido un impacto significativo en mí.

No todos los monumentos son construidos para conmemorar algo; originalmente algunos tuvieron una función en la sociedad, pero después de un tiempo, se convirtieron en gran medida, y a veces exclusivamente, en algo conmemorativo, instructivo, o en un ícono. El pueblo vaquero histórico de Wichita, Kansas, ejemplifica esta clase de monumento.

Pueblo Vaquero, junto al Río Arkansas, Kansas, EEUU

Durante los días calurosos del verano de mi niñez, gané condecoraciones de los Girl Scout por trabajar como guía en el histórico Pueblo Vaquero, que mostraba cómo era Wichita en los primero años cuando era una parada importante en el Camino Chisholm. Vestida con una falda larga y un sombrero de tela (todo hecho en casa) permanecía en mi puesto en uno de los antiguos edificios y explicaba su historia y su uso a los visitantes. La tienda de comestibles, la herrería y la oficina del doctor fueron los más interesantes. La casa parroquial era la más fresca porque tenía techos altos y un tejado que terminaba en pico. El banco era el más divertido porque durante la recreación de las tardes unos bandidos salían de la cantina y lo robaban.

Muchas congregaciones me recuerdan al Pueblo Vaquero porque están llenas de elementos que fueron proyectados para promover y mantener la vitalidad, sin embargo, con el tiempo, esos elementos se han vuelto inadecuados para satisfacer las necesidades para las cuales fueron creadas, pero la gente los mantienen por nostalgia; lo que una vez promovía vitalidad se ha convertido en un museo. Y los monumentos requieren de una inversión de recursos para su mantenimiento a causa de la entropía, a causa del deterioro inevitable.

Joel Hunter llenó sus cursos en el seminario con sabiduría práctica recopilada a través de muchos años como pastor, como la vez que nos contó a los estudiantes: «Sean muy cuidadosos si reciben una invitación de una congregación que tenga un cementerio propio». Él explicó que años atrás uno de sus amigos recibió un llamado de una pequeña iglesia que contaba con un cementerio. El tiempo le enseñó al amigo que una comunidad que invierte en mantener un cementerio está enfocada en el pasado y no en el presente o en el futuro. En un momento no les fue bien a los granjeros económicamente y la congregación tuvo que escoger entre mantener al pastor o mantener el cementerio, ellos escogen el cementerio.

Diagonal Santa Maria esq. Ignacio Zaragoza, Metepec, México

Después de estudiar durante seis meses en una escuela de idiomas en Cuernavaca, México, Tim y yo nos mudamos a 160 Km y a 1200 metros más de altitud a nuestro nuevo hogar, la ciudad de Toluca, reconocida por su chorizo y su equipo de fútbol, los diablos rojos. Nos tomó tiempo acostumbrarnos; hasta algo tan simple como aprender nuestra dirección nos costó trabajo ya que vivíamos en una sección de la ciudad llamada San Mateo Oxtotitlán, en la calle Nezahualcóyotl frente al volcán extinto Xinantécatl. Y todavía resultó más intimidante encontrar una congregación donde nos sintiéramos en casa.

El director de SEPAL-México en aquel entonces sabiamente nos aconsejó que buscáramos una iglesia que tuviera un ministerio juvenil lo suficientemente activo en el que pudiéramos involucrarnos, sin que se volviera dependiente de nosotros. Visitamos varias congregaciones que cumplían con esa característica, pero supimos que habíamos encontrado lo que buscábamos cuando visitamos San Pablo un domingo en que se clausuraba la escuela bíblica de vacaciones. El programa era bueno y el lugar estaba lleno de familias, pero lo que nos impresionó fue la pasión de la mujer que dirigía el evento. Después que terminó su exhortación a los padres, Tim y yo nos miramos y dijimos, «Esta parece ser personas con las que nos gustaría trabajar». A lo largo de los casi diez años que fuimos parte de la comunidad de San Pablo, pudimos ver el fruto de su compromiso con el ministerio juvenil y apertura a nuevos modelos de ministerio; sin embargo, también vimos las debilidades que son resultado natural de una congregación que funciona principalmente como un monumento.

De la misma manera que un monumento es diseñado para beneficio de aquellos que se acercan a observarlo, la comunidad de San Pablo funcionaba con base en la suposición, bien expresada por los autores de Shaping of the Things to Come [Formando las cosas venideras], de que el edificio y las actividades religiosas que llaman iglesia, son la «institución a la que los de afuera deben venir, a fin de recibir un cierto producto, o sea el evangelio y todos sus beneficios asociados». Como resultado de esta perspectiva «atraccional», el evangelismo se enfoca en traer a la gente a los programas que se llevan a cabo dentro del edificio, en lugar de llevar el mensaje de Jesús afuera, adonde la gente vive, y trabaja, y juega. Por ejemplo, por varios años la estrategia evangelística del grupo de jóvenes consistía exclusivamente en planear un culto «evangelistico» al año, con un invitado especial, al que se suponía que los jóvenes traerían a sus amigos para escuchar la predicación.

El plan era deficiente en muchos sentidos. Primero, estaba destinado a fracasar porque los padres de la mayor parte de los amigos de los jóvenes les prohibían a sus hijos que asistieran a una reunión protestante.

Otra deficiencia de esas campañas era que incluían canciones sin que el grupo proveyera la letra de las mismas. Siempre me preguntaba cómo se sentiría la persona que estaba de visita siendo la única en el salón que no pudo participar en canto con los demás, aunque tengo una idea, porque Tim y yo tampoco conocíamos muchas de las canciones; lo que nos hizo sentir ajenos y que ese evento fue creado por y para un grupo exclusivo del que no formábamos parte.

Un especialista en cultura, Edward T. Hall, desarrolló el concepto de culturas de «alto contexto» y las de «bajo contexto». El esperar que la gente sepa la letra de una canción porque allí se canta con frecuencia, es una muestra de una cultura de alto contexto, en la que, de acuerdo a Hall: «la mayoría de la información se encuentra en el contexto físico o en personas iniciadas, mientras que muy poca información se da en forma explícita o se transmite como parte del mensaje». Debido a que los miembros de San Pablo comparten una historia, vocabulario, experiencias, valores y expectativas en común, muchas cosas no son comunicadas de forma explícita, y en su lugar se espera que ya todos las conozcan.

Los autores de Shaping of the Things to Come se le pide a la iglesia que «viva el evangelio dentro de su contexto cultural en vez de perpetuar un compromiso institucional apartada de su contexto cultural». Una parte importante de este proceso es reconocer que excluimos a quienes están fuera de nuestra subcultura religiosa cuando asumimos que todos entienden el vocabulario y actividades que fluyen de nuestra historia y tradición.

Una cultura de alto contexto no sólo excluye a los de afuera, sino que puede sofocar a quienes están dentro. Con el tiempo, estas culturas agregan capa sobre capa de tradiciones y reglas, lo que me recuerda la cama en que dormí en el ático en la casa de mi tío en Wisconsin; tenía tanto frío que apilé muchas colchas y me dormí debajo de ellas, pero me sentía sofocada por el peso. Este paralelismo lo vivió una de las jóvenes cuando tenía poco tiempo asistiendo al grupo de jóvenes, accedió dar un aviso durante el culto de adoración del domingo en la mañana. Pude notar que estaba nerviosa, pero hizo un buen trabajo al comunicar la información clara y brevemente, así que me sorprendí cuando se puso a llorar cuando, entre semana, la felicité por lo bien que dio el aviso. Se sintió muy avergonzada porque en la salida uno de los ancianos la había regañado por terminar su anuncio con la frase común «¿Sale?» El le dijo que era irrespetuoso hablar de forma tan informal durante el culto. No había manera que ella supiera esta expectativa nunca comunicada.

San Pablo no sólo era atraccional, definida por su ubicación y una cultura de «alto contexto» da evidencia de otra característica de un monumento: el pasado jugaba un papel prominente. Cuando llegamos nos asombró el hecho de que el evento más importante del año, la actividad que recibía más apoyo de cada sector de la congregación, que consumía tiempo, energía y una parte importante del presupuesto anual, era la celebración del aniversario. Los preparativos comenzaban con más antelación, el santuario estaba más lleno y el servicio duraba más que con cualquier otro evento. Pero el evento se me hizo estéril; consumía energía y recursos, pero no vi que dio impulso a la tarea que Dios nos dio de hacer discípulos.

Parque Güell, Barcelona, España

En el conjunto habitacional diseñado por Antoni Gaudí me puse a analizar una banca sinuosa decorada con pedazos de azulejo. Tim se puso a mi lado, vio lo que yo estaba admirando y dijo: «Para que algo tan rígido cambie de forma, primero se tiene que romper».

La semana previa, habíamos estado en el Monasterio Monserrat en unas reuniones dirigidas por Alan Hirsh, donde considerábamos asuntos acerca de la iglesia relacionados con su libro The Forgotten Ways [Los caminos olvidados] así que mi mente fue directamente a las implicaciones para la iglesia por lo que Tim acababa de decir.

«Oooh, eso está muy bien» —le dije con admiración.

No pude averiguar si él sólo estaba haciendo una observación acerca de esos azulejos en específico o estaba estableciendo una verdad filosófica, pero, de cualquier manera, pienso que él es brillante. Una estructura eclesiástica rígida tendrá que romperse para cambiar.

Debido a que los monumentos se diseñan para durar, se construyen de materiales durables como piedra o metal, sustancias que tienen que ser sometidas a presión, quebradas o derretidas en un crisol, para poder alterarlas. Y entre más durable sea una institución, estaremos más tentados a hacer de ella un ídolo, de hacer de su mantenimiento nuestra meta en lugar de verla como una mera herramienta que nos ayuda a alcanzar otra meta. Cuando nos encontramos invirtiendo en la iglesia como un monumento, necesitamos recordar la conversación de Jesús con sus seguidores cuando se pararon a admirar el monumento de su fe, el templo de Jerusalén:

Cuando salía Jesús del templo, algunos de sus discípulos comentaban acerca del templo, de cómo estaba adornado con hermosas piedras y con ofrendas dedicadas a Dios. Le dijo uno de sus discípulos: «¡Mira, Maestro! ¡Qué piedras! ¡Qué edificios! ¿Ves todos estos grandiosos edificios?»

Pero Jesús dijo: «En cuanto a todo esto que ven ustedes, llegará el día en que no quedará piedra sobre piedra; todo será derribado”».

Lucas 21:5-6 y Marcos 13:1-2

 
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