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Lookout Mountain, Tennesee, EEUU

Cuando Tim tenía cinco años su familia se mudó a Lookout Mountain, una pueblo de unas 2000 personas con vista a la cuidad de Chattanooga, Tennessee. Tim fue formado por esa comunidad, específicamente por la congregación de la Iglesia Presbiteriana Lookout Mountain, donde el padre de Tim era pastor asociado a cargo del ministerio juvenil y de los grupos pequeños. Los miembros de la comunidad le enseñaban a Tim en la escuela dominical y lo regañaban por andar en patineta dentro del edificio; le servían chocolate caliente a él y a los demás niños después de que se deslizaban colina abajo por la nieve que cubría el campo de golf y también hicieron donaciones para que él pudiera pasar dos veranos en viajes misioneros de corto plazo. Incluso una familia lo albergó un año para que pudiera terminar su último año de «high school» en la ciudad, ya que sus padres se sintieron llamados a pastorear una congregación y debieron cambiarse a otro estado.

Después de jubilarse, los papas de Tim se cambiaron de nuevo a Lookout Mountain para reintegrarse a su antigua comunidad, así que en las fiestas también regresamos a lo que la gente de allí llama «la montaña». En el culto de Nochebuena, al sentarme con una congregación que podría ser vista como una «iglesia monumento», porque se reúnen en un hermoso edificio de piedras tan viejas que tiene musgo en las paredes de adentro, me di cuenta que no estaba paralizada por no tener el modelo perfecto, sino porque estaba confundiendo, una vez más, la iglesia con La Iglesia. Mirando a mí alrededor, entendí que lo que hace de una iglesia una brújula no es el estilo ni el contenido de sus actividades, sino el carácter y las vidas de los individuos que se reúnen como iglesia.

Hace tiempo Tim y yo cenamos con Richard y Susanne, una pareja que formaba parte de la comunidad de Lookout durante la niñez y juventud de Tim. Cuando tenía treinta y tantos años, Richard conoció a Cristo de forma personal por medio de un grupo pequeño para varones dirigido por el papá de Tim y, como consecuencia, ha enfocado sus grandes capacidades intelectuales y analíticas en el conocimiento de Dios. La comprensión de Richard en cuanto a teología no obedecía a una búsqueda simplemente académica, sino que para su vida y la usaba para tomar decisiones como anciano gobernante de la congregación y como presidente de la mesa directiva de un ministerio internacional importante. También de forma intencional se esfuerza en transmitir lo que ha aprendido; cada año selecciona a un estudiante del último año de la escuela secundaria con quien se reúne cada semana durante un año para estudiar juntos Los institutos de Calvino.

Durante la cena, Richard estuvo evocando el pasado de la comunidad de Lookout, subrayando la forma en que diferentes individuos contribuyeron a la calidad del grupo en general:

—Hugh nos desafiaba en lo referente a la generosidad y Frank se aseguraba de que pensáramos con claridad sobre cada asunto. Tus padres, Tim, modelaban lo que es estar completamente comprometido con Dios. George era un hombre de completa integridad. Fred y Peggy se dieron a sí mismos a aquellos que estaban necesitados. Charlie y Jan siempre ejercitaron el don de la hospitalidad.

Tim no ha vivido en Lookout desde 1983 y yo sólo he estado de visita, pero continuamos siendo guiados y acompañados por la brújula de esa congregación que está formada por las perspectivas y fortalezas únicas de sus integrantes.

Hemos experimentado la generosidad de Hugh, su esposa y sus hijos, no sólo financieramente sino también a través de su tiempo, su hospitalidad, su sabiduría y su amistad.

Nunca olvidaremos la vez que Frank nos retó al «pensamiento nítido» durante una conversación que tuvimos con él justo antes de mudarnos a México. Muchas personas ven a los misioneros como si fueran santos, alabándolos por los sacrificios que hacen, pero no Frank. Nos dijo con severidad: «Ustedes no deben hacer nada que la gente con la que trabajen podrían o deberían hacer para ellos mismos». Esas palabras nos quedaron grabadas y nos han guiado desde entonces.

La relación de Richard con Tim no se terminó después que estudiaron a Calvino por un año. Gracias a él, Tim obtuvo su primer empleo al salir de la universidad, y a lo largo de veinte años Richard y Susanne han apoyando nuestro ministerio con oración y con dinero.

Aunque mucha gente de Lookout fue trasformada por una «renovación laica» en 1975, no es a causa de un programa o una persona específica que la congregación se ha convertido en una brújula. Semana a semana, año tras año, ha hecho lo que los discípulos de Cristo han hecho desde Pentecostés, «Se consagraban a la enseñanza de los apóstoles y al compañerismo, a partir el pan y a orar». Eugene Peterson, en su libro A Long Obedience in the Same Direction: Discipleship in an Instant Society, contrasta el estilo de vida de un verdadero discípulo con un «turista espiritual». A los «turistas» sólo les interesan los puntos altos, en cambio los discípulos somos:

…personas que pasamos nuestras vidas aprendiendo de nuestro maestro, Jesucristo.
Un discípulo es un aprendiz, pero no en lo académico sentado en un salón de clases, sino en el campo de trabajo, como un artesano. No adquirimos información acerca de Dios sino destrezas en la fe.
A simple vista, la gente que forma la iglesia en Lookout es como cualquiera persona lidiando con las muchas demandas que le hacen como padre, esposo, hijo, vecino, ciudadano, ama de casa y profesional, pero, como individuo y como comunidad, han escogido ser discípulos, no turistas espirituales, y su «larga obediencia» viajando juntos en el mismo camino hacia el mismo destino, me da una imagen clara de la iglesia como brújula.

Después de hablar con Richard acerca lo que él me ayudó ver acerca de la iglesia como brújula, me escribió lo siguiente:

¡La «comunidad» de creyentes era y es la clave! No podemos escaparnos; ellos «van y vienen» sobre nuestras vidas [como el Espíritu sobre las aguas], no con instrucción o corrección sino con su ejemplo. Cada uno de nuestros amigos, no sólo de Lookout sino también de Orlando [donde vivimos actualmente], ha sido dotado de forma especial y diferente casi por completo, y sus vidas no sólo sirven como brújulas, sino también como barricada para evitar que yo tome la bifurcación equivocada.

Nuestros amigos en Lookout criaron a nuestros hijos, al igual que nosotros a los suyos y, colectivamente, nos han discipulado todos estos años con sus propias vidas. No sólo no permiten (odio la doble negación) que nos salgamos del camino, sino que su constante ejemplo nos impulsa a alcanzar niveles más elevados de obediencia y amor.
Estas palabras concuerdan perfectamente con las instrucciones que nos da el autor de Hebreos que, a propósito, son las más específicas en todo el Nuevo Testamento con relación a lo que llamamos «yendo a la iglesia»:

Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca. Hebreos 10: 24-25

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