jueves

Boulevard Clinton, Jackson, Mississippi, EEUU

Al graduarme de la universidad, decidí estudiar una maestría porque sentía que no estaba preparada para un trabajo en el mundo real aunque había sacado dos licenciaturas, una en literatura y otra en castellano. Solo me faltaba decidir qué estudiar. Durante mis estudios universitarios quedé fascinada con mis dos semestres de fotoperiodismo –en la fotografía, finalmente descubrí un arte que no depende de la coordinación entre el cerebro y las manos, la cual me falta— así que comencé a investigar escuelas de fotografía y elaboré un portafolio con mis propias fotos para presentarlas con la solicitud de admisión. En ese tiempo, visité la República Popular de Mongolia con mi madre y mis dos hermanas con el propósito de recolectar datos para un análisis de un proyecto misionero. Al trabajar en ese informe me di cuenta del papel crítico que juegan las palabras en la comunicación y como resultado, decidí no estudiar fotografía sino continuar en la línea del uso del lenguaje escrito.

Debido a que sentí menos confianza en mis pensamientos que en mis destrezas técnicas, decidí estudiar la Biblia y teología a fin de tener un fundamento más firme desde el cual escribir. Mi padre le preguntó al profesor y teólogo Dr. John Gerstner, un amigo que había sido teólogo residente en nuestra congregación, qué escuela recomendaba para mí. Dr. Gerstner respondió: «El Seminario Teológico Reformado [RTS] que se encuentra en Jackson, Mississippi. He sido invitado a impartir una clase en el periodo invernal, así que te veré allá».

Mis estudios superiores en RTS me dieron el fundamento que buscaba pero de una forma inesperada. Llegue buscando información; salí más impactada por el ejemplo de humildad y respeto por la Palabra de Dios de algunos profesores. Los observé realizando una meticulosa investigación de los manuscritos bíblicos y sometiendo sus opiniones y sus preferencias personales a lo que esto les reveló. Ellos corroboraban esta interpretación personal con las perspectivas de su comunidad actual y con lo que Dios le ha enseñado a sus hijos a través de los siglos. En cambio yo me había estado nutriendo de la palabra de Dios como un polluelo, dependiendo de lo que otros encontraban y regurgitaban para dármelo. Me fui percatando lentamente de que, como resultado de mi falta de conocer los textos originales, muchas de las cosas que había asumido como claramente especificadas en la Biblia no lo estaban.

El primer día de clases sobre las epístolas paulinas el profesor Knox Chamblin pidió a los estudiantes compartir las preguntas que esperaban fueran respondidas durante el semestre que duraría el curso. Cuando mis compañeros, muchos de ellos mayores que yo y con años de experiencia en el ministerio, dijeron cosas como: «Quiero entender la relación entre el capítulo seis y el siete de Romanos», me di cuenta que ellos estaban buscando respuestas a preguntas que yo ni siquiera me había planteado. «¿Qué es la iglesia?» es de las preguntas que nunca me hice y como resultado, aunque asistí a clases de eclesiología y leí extensamente acerca de la historia de la iglesia, nunca presté mucha atención a la información que me suministraron. Pero ahora, después de cuarenta años de «ir a la iglesia», cinco años de asistir a cursos a nivel de maestría en el seminario, y diez años de ser misionera, me interesa tener un entendimiento mas claro de las siguientes interrogaciones acerca de la iglesia:

· ¿Es un lugar adonde vas?

· ¿Es algo que haces?

· ¿Algo que eres?

· ¿Cuál es la relación entre lo que he hecho toda mi vida los domingos en la mañana y lo que Dios quiere de y para su pueblo?

Siendo fiel al modelo que me dieron mis profesores, primero investigo lo que dice la Biblia acerca de la iglesia. El Nuevo Testamento en griego identifica «ekklesia» como la palabra original que traducimos como «iglesia» y The Theological Dictionary of the New Testament [El Diccionario Teológico del Nuevo Testamento], por Gerhard Kittle, explica que se usaba esta palabra cotidianamente para una asamblea de cualquier tipo, no sólo una religiosa. También aprendo que existe una continuidad entre «ekklesia» en el Nuevo Testamento y las «santas convocaciones» (RV) o «reuniones solemnes» (NVI) («qahal» en hebreo) que Dios estableció para su pueblo en el Antiguo Testamento. Pablo se alinea con el concepto de la iglesia como la asamblea del pueblo de Dios en 1ª de Corintios 11:18, «…oigo decir que cuando se reúnen como iglesia…».

También investigo qué otras palabras son usadas por los autores bíblicos para referirse a iglesia porque, cuando busco «iglesia» en el Diccionario Evangélico de Teología, este me dice: «si uno quiere ser veraz respecto al testimonio del Nuevo Testamento, se debe reconocer que hay una multiplicidad de imágenes y conceptos que contribuyen al entendimiento de la naturaleza de la iglesia». Algunos de esos conceptos o ideas que están emparentadas son: la casa de Dios, el pueblo de Dios, el pueblo escogido, Israel de Dios, y un cuerpo con muchos miembros.

Con este trasfondo en mente, abro mi concordancia y leo todos los pasajes bíblicos en que aparece «iglesia» y sus sinónimos. Pongo atención especial al término «casa de Dios» ya que comunica lo que la mayoría de las personas entiende cuando dice «iglesia»: un lugar sagrado. La Biblia usa «casa de Dios» para hablar acerca de la morada de Dios, pero también dice explícitamente que Dios no mora en un edificio construido por manos humanas (1ª Reyes 8:27; Hechos 17:24) sino con su pueblo (Éxodo 29:45, Apocalipsis 21:3): «Porque nosotros somos templo del Dios viviente. Como él ha dicho: “Viviré con ellos y caminaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”» (2ª Corintios 6:16). Encuentro la imagen más clara de la esencia de la iglesia en Mateo 18:20, «Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

Mi estudio me deja convencida que definir la cuestión respecto a la iglesia no está en cuándo o en dónde sino en quién y con qué propósito. Estas observaciones están sustentadas en el testimonio histórico. Martín Lutero definió a la iglesia como «la asamblea espiritual de personas» e intentó ayudar a la gente a ver que la idea bíblica no se centra en un edificio o en el clero sino que «la esencia correcta, real y verdadera de la iglesia es un asunto del espíritu y no de nada externo». Richard Baxter, el gran pastor inglés del siglo XVII, definió a la iglesia como «una sociedad cristiana santa-–ese es el quién—para una ordinaria comunión santa y ayuda mutua en adoración pública a Dios y en llevar un estilo de vida santo» –ese es el con qué propósito.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta bien, pensar que el modelo liturgico que hemos seguido por tanto tiempo este "out" en algunos componentes (ya lo he escuchado varias veces) pero entonces me gustaría saber cuales deberían ser los cambios que nuestras reuniones juveniles deberían tener...para evitar quedarnos en el análisis crítico.

J.Jeremías dijo...

Tal vez... y sólo tal vez... no debieran haber!

 
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