miércoles

Flores, Capital Federal, Argentina

Memo creció en la comunidad de San Pablo--un hecho que se nos recordaba cada año durante las celebraciones de aniversario de la congregacion porque muchas de las primeras reuniones de se llevaron a cabo en la propiedad de su familia--pero, el primer domingo que asistimos a San Pablo fue el último para Memo. Ese día él fue comisionado para trabajar con un grupo indígena, los Mazahua, que vivía a dos horas de Toluca. Siendo misioneros recién llegados a una tierra desconocida, nos sentimos identificados con Memo y hemos mantenido una amistad estrecha desde entonces a pesar del hecho de que nunca hemos vivido en la misma ciudad por más de unas pocas semanas. La trayectoria de Memo lo ha llevado desde titularse en arquitectura a trabajar dos años en el desarrollo comunitario con la etnia Mazahua, dos años en proyectos de reconstrucción en Honduras después del Huracán Mitch, dos grados de maestría en nuestra alma mater, RTS, y ahora se encuentra en Buenos Aires estudiando para obtener su doctorado en teología. Así que, aunque ni siquiera vivimos en el mismo continente, nos vemos regularmente.

Seis meses después de que Memo y su esposa Janelle se mudaran a Buenos Aires, Tim y yo estuvimos en esa ciudad y ellos nos invitaron a tomar té en su diminuto departamento dentro de los terrenos del seminario. Memo había sido advertido que esa escuela era teológicamente «liberal», pero aún así se le ha sorprendido la ideología que los profesores presentan como creencias cristianas.

«El otro día uno de mis profesores estaba enseñando acerca de la salvación—nos comentó Memo—, su premisa es que cada generación tiene que descubrir lo que significa para ellos la salvación. Dijo que para la actual generación, la salvación significa ser librados de un desastre nuclear y ecológico».

Esto me pareció un ejemplo perfecto de la teología veleta. Aunque, probablemente, este profesor se llama a sí mismo cristiano, él no se avergüenza del hecho de que su marco para entender la vida no se basa en una visión histórica-ortodoxa de la Biblia y de los cimientos básicos revelados en ella. Como resultado, él se dirige hacia donde van los vientos prevalecientes a su alrededor. El profeta Jeremías describe el mismo fenómeno en la vida religiosa de Israel: «...el mensaje de cada uno será su propia palabra, ya que ustedes han distorsionado las palabras del Dios viviente, del SEÑOR Todopoderoso, nuestro Dios». (Jeremías 23:36)

Cuando un individuo, una congregación o una institución eclesiástica abandona la Revelación para favorecer las tendencias de opiniones humanas, se convierte en nada más que una veleta que gira, y pierde significado en la vida de las personas debido a que no tiene nada de valor duradero qué comunicarles. Si este individuo o grupo proclama hablar en el nombre de Dios, se asemeja a los líderes religiosos de quienes Dios dijo:

No hagan caso de lo que dicen los profetas,
pues alientan en ustedes falsas esperanzas;
cuentan visiones que se han imaginado
y que no proceden de la boca del SEÑOR.
A los que me desprecian les aseguran
que yo digo que gozarán de bienestar;
a los que obedecen los dictados de su terco corazón
les dicen que no les sobrevendrá ningún mal.
¿Quién de ellos ha estado en el consejo del SEÑOR?
¿Quién ha atendido y escuchado su palabra?...

Yo no envié a esos profetas, pero ellos corrieron;
ni siquiera les hablé, pero ellos profetizaron.
Jeremías 23:16-18, 21
El resultado final tanto para los profetas como para aquellos que aceptan sus palabras es grave,
Entonces me olvidaré de ustedes y los echaré de mi presencia... Y los afligiré con un oprobio eterno, con una humillación eterna que jamás será olvidada.

Jeremías 23:39-40

Lo que me recuerda las palabras de Jesús: «¿De qué le sirve al hombre si gana todo el mundo y pierde su alma?»

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