Durante los días calurosos del verano de mi niñez, gané condecoraciones de los Girl Scout por trabajar como guía en el histórico Pueblo Vaquero, que mostraba cómo era Wichita en los primero años cuando era una parada importante en el Camino Chisholm. Vestida con una falda larga y un sombrero de tela (todo hecho en casa) permanecía en mi puesto en uno de los antiguos edificios y explicaba su historia y su uso a los visitantes. La tienda de comestibles, la herrería y la oficina del doctor fueron los más interesantes. La casa parroquial era la más fresca porque tenía techos altos y un tejado que terminaba en pico. El banco era el más divertido porque durante la recreación de las tardes unos bandidos salían de la cantina y lo robaban.
Muchas congregaciones me recuerdan al Pueblo Vaquero porque están llenas de elementos que fueron proyectados para promover y mantener la vitalidad, sin embargo, con el tiempo, esos elementos se han vuelto inadecuados para satisfacer las necesidades para las cuales fueron creadas, pero la gente los mantienen por nostalgia; lo que una vez promovía vitalidad se ha convertido en un museo. Y los monumentos requieren de una inversión de recursos para su mantenimiento a causa de la entropía, a causa del deterioro inevitable.
Joel Hunter llenó sus cursos en el seminario con sabiduría práctica recopilada a través de muchos años como pastor, como la vez que nos contó a los estudiantes: «Sean muy cuidadosos si reciben una invitación de una congregación que tenga un cementerio propio». Él explicó que años atrás uno de sus amigos recibió un llamado de una pequeña iglesia que contaba con un cementerio. El tiempo le enseñó al amigo que una comunidad que invierte en mantener un cementerio está enfocada en el pasado y no en el presente o en el futuro. En un momento no les fue bien a los granjeros económicamente y la congregación tuvo que escoger entre mantener al pastor o mantener el cementerio, ellos escogen el cementerio.
Muchas congregaciones me recuerdan al Pueblo Vaquero porque están llenas de elementos que fueron proyectados para promover y mantener la vitalidad, sin embargo, con el tiempo, esos elementos se han vuelto inadecuados para satisfacer las necesidades para las cuales fueron creadas, pero la gente los mantienen por nostalgia; lo que una vez promovía vitalidad se ha convertido en un museo. Y los monumentos requieren de una inversión de recursos para su mantenimiento a causa de la entropía, a causa del deterioro inevitable.
Joel Hunter llenó sus cursos en el seminario con sabiduría práctica recopilada a través de muchos años como pastor, como la vez que nos contó a los estudiantes: «Sean muy cuidadosos si reciben una invitación de una congregación que tenga un cementerio propio». Él explicó que años atrás uno de sus amigos recibió un llamado de una pequeña iglesia que contaba con un cementerio. El tiempo le enseñó al amigo que una comunidad que invierte en mantener un cementerio está enfocada en el pasado y no en el presente o en el futuro. En un momento no les fue bien a los granjeros económicamente y la congregación tuvo que escoger entre mantener al pastor o mantener el cementerio, ellos escogen el cementerio.
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