lunes

Winter Park, Florida, EEUU 2006-2007

Cuando Tim se mudó a Orlando para su primer trabajo después de terminar la universidad, en 1987, la población era de 460.000 personas y estaba creciendo a un ritmo de mil familias por semana. Aunque ha ido disminuyendo el ritmo de crecimiento desde aquel entonces, Orlando es ahora hogar de más de dos millones de personas y continúa siendo un caso de estudio acerca del cambio, como señaló la revista National Geographic en un articulo sobre la cuidad: «Todo lo que está pasando a los Estados Unidos de América está pasando aquí».

Durante los diez años que Tim y yo vivimos en México, los suburbios de Orlando se extendieron de forma dramática. Mi hermana menor vive con su familia en un área que a principios de los años 90 era huertas de naranjas y pastizales para ganado. Personalmente, me desagradan los suburbios—zonas nuevas donde las casas y tiendas se ven iguales a las que se encuentran en los demás suburbios del país. No obstante, muchas personas prefieren vivir en una casa nueva que no requiere mucho mantenimiento, especialmente si tiene acceso fácil a las plazas comerciales más nuevas.

Pero, no todos los cambios se deben a la expansión de los suburbios. Cuando Tim solía andar en patineta por el centro de Orlando en los años 80, este se hallaba virtualmente desierto en las tardes después que cerraban los bancos y la gente de negocios se iba a casa. Pero ahora la gente está arreglando las casas antiguas y preservando los enormes robles y los arbustos de azaleas a lo largo de las calles enladrilladas, aunque, no todas las casas viejas están siendo restauradas.

Desde que Tim y yo regresamos, hemos visto continuamente la demolición de casas en Winter Park, el área donde vivimos. Durante nuestras caminatas matutinas, miramos con gran interés los cambios en el vecindario. Hemos aprendido a identificar los signos de una casa que pronto va a ser derrumbada. Al principio tiene un aspecto de vacío y abandono… el pasto crecido, jardines descuidados, y la cochera vacía… como si sus propietarios se hubieran ido a un largo viaje. Luego, suena «el toque de muerte» cuando erigen la cerca para el sedimento –una cerca especial una cerca especial para retener al sedimento para que no contamine los lagos

Normalmente la demolición llegará muy pronto después de que aparezca la cerca. En cuestión de días, a veces sólo dos o tres, la casa entera desaparece. Todo lo que queda es un parche de tierra en el pasto del lote. Se tumban las casas o porque carecían de lo que la gente busca en una casa hoy día, como aire acondicionado central o grandes baños con jacuzi, o porque eran demasiado pequeñas para ocupar un lote tan grande en alguna de las áreas más codiciadas de la ciudad. En cada caso fueron derribadas cuando una convergencia de factores hizo que fuera más económico, en el sentido más amplio del término, construir algo nuevo en lugar de hacer arreglos a la vieja construcción.

Observar que esto pasa cada día a mí alrededor, me ha dado una pauta para pensar en el cambio. Gerardo Muniello suele decir que un bebe con los pañales sucios es el único que busca el cambio, pero mi poca experiencia con los bebés me ha mostrado que a veces ni ellos lo reciben con agrado. Ya sea que nos guste o no, que estemos conscientes de ello o no, el ámbito de la iglesia está experimentando cambios que tienen un paralelismo con los bienes raíces en Orlando.

La globalización, la tecnología y la comunicación son algunos de los factores que están permitiendo una reproducción en masa de modelos de iglesia «exitosos» que, por ser más de lo mismo, extendiéndose más y más, me hace pensar en los suburbios. Por ejemplo, desde Alaska hasta Tierra del Fuego se puede encontrar congregaciones que han formado grupos pequeños usando el libro de Rick Warren, 40 días con propósito, o que han cantado alguna traducción de Canta al Señor de Hillsong Music de Australia.

La restauración del centro de Orlando tiene un paralelismo con el retorno a antiguas maneras de practicar la fe cristiana. Esto está pasando en una variedad de formas, como la recuperación de las disciplinas espirituales y el interés en la iglesia Ortodoxa o Celta así como el literal reclamo y renovación de los edificios religiosos que fueron abandonados por sus congregaciones y dejados para deteriorarse en los centros urbanos.

También existe la demolición, y no me refiero a los ataques externos como la negación de milagros por la Modernidad o de la verdad absoluta por el Postmodernismo; estoy hablando de una insatisfacción creciente, global y de profundas raíces, con los métodos y modelos asociados a la iglesia. De manera similar a la disonancia que Tim y yo sentimos entre nuestras vidas y la percepción tradicional de lo que es un misionero, muchos seguidores de Cristo sienten que hay una profunda desconexión entre sus valores y creencias fundamentales y las tradiciones y percepciones culturales relacionadas con su fe.

Algunas personas que viven en Winter Park han descubierto que les conviene derrumbar sus casas y comenzar de nuevo. Debemos contener nuestra nostalgia y analizar cuándo y cómo nos conviene hacer lo mismo. Por ejemplo, un amigo que tiene mas que veinte años trabajando con Cruzada Estudiantil, el ministerio reconocido por sus herramientas evangelísticas de gran impacto en el ultimo siglo, ha visto que los métodos antiguos ya no son eficaces para llegar a su grupo de enfoque: adolescentes y jóvenes posmodernos en Europa occidental. Él propone una demolición de modelos de evangelización que terminen en una aprobación intelectual a una serie de proposiciones lógicas. Él también lleva a cabo una deconstrucción de modelos que aíslan la proclamación de las Buenas Nuevas del proceso de discipulado e ignoran la importancia del acompañamiento espiritual y la comunidad en el proceso redentivo.

Hay una creciente conciencia de que los cristianos necesitamos salir de nuestro ghetto evangélico, con su cultura y su jerga, a fin de entablar una conversación con el mundo que nos rodea. Teniendo en cuenta los dramáticos cambios culturales que están ocurriendo a nuestro alrededor, el panorama eclesiástico deberá también deberá sufrir cambios.

1 comentario:

IBM dijo...

El sábado pasado, mientras mi iglesia local festejaba su tan anhelado "Congreso de Jóvenes" mi esposa y yo, que no pudimos asistir, nos enfrentamos a la cruda realidad,"No tenemos amigos no creyentes, nos aislamos de la sociedad" durante todo el año los sábados han sido copados por las reuniones juveniles que nos dan un sentido de ocupación tal, que no nos permitieron evidenciar el impacto de tal realidad.
Reflexionamos que algo debiamos mejorar, no es posible que nuestro propósito este tan desligado de nuestro prójimo!

 
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