jueves

Diagonal Santa Maria esq. Ignacio Zaragoza, Metepec, México

Después de estudiar durante seis meses en una escuela de idiomas en Cuernavaca, México, Tim y yo nos mudamos a 160 Km y a 1200 metros más de altitud a nuestro nuevo hogar, la ciudad de Toluca, reconocida por su chorizo y su equipo de fútbol, los diablos rojos. Nos tomó tiempo acostumbrarnos; hasta algo tan simple como aprender nuestra dirección nos costó trabajo ya que vivíamos en una sección de la ciudad llamada San Mateo Oxtotitlán, en la calle Nezahualcóyotl frente al volcán extinto Xinantécatl. Y todavía resultó más intimidante encontrar una congregación donde nos sintiéramos en casa.

El director de SEPAL-México en aquel entonces sabiamente nos aconsejó que buscáramos una iglesia que tuviera un ministerio juvenil lo suficientemente activo en el que pudiéramos involucrarnos, sin que se volviera dependiente de nosotros. Visitamos varias congregaciones que cumplían con esa característica, pero supimos que habíamos encontrado lo que buscábamos cuando visitamos San Pablo un domingo en que se clausuraba la escuela bíblica de vacaciones. El programa era bueno y el lugar estaba lleno de familias, pero lo que nos impresionó fue la pasión de la mujer que dirigía el evento. Después que terminó su exhortación a los padres, Tim y yo nos miramos y dijimos, «Esta parece ser personas con las que nos gustaría trabajar». A lo largo de los casi diez años que fuimos parte de la comunidad de San Pablo, pudimos ver el fruto de su compromiso con el ministerio juvenil y apertura a nuevos modelos de ministerio; sin embargo, también vimos las debilidades que son resultado natural de una congregación que funciona principalmente como un monumento.

De la misma manera que un monumento es diseñado para beneficio de aquellos que se acercan a observarlo, la comunidad de San Pablo funcionaba con base en la suposición, bien expresada por los autores de Shaping of the Things to Come [Formando las cosas venideras], de que el edificio y las actividades religiosas que llaman iglesia, son la «institución a la que los de afuera deben venir, a fin de recibir un cierto producto, o sea el evangelio y todos sus beneficios asociados». Como resultado de esta perspectiva «atraccional», el evangelismo se enfoca en traer a la gente a los programas que se llevan a cabo dentro del edificio, en lugar de llevar el mensaje de Jesús afuera, adonde la gente vive, y trabaja, y juega. Por ejemplo, por varios años la estrategia evangelística del grupo de jóvenes consistía exclusivamente en planear un culto «evangelistico» al año, con un invitado especial, al que se suponía que los jóvenes traerían a sus amigos para escuchar la predicación.

El plan era deficiente en muchos sentidos. Primero, estaba destinado a fracasar porque los padres de la mayor parte de los amigos de los jóvenes les prohibían a sus hijos que asistieran a una reunión protestante.

Otra deficiencia de esas campañas era que incluían canciones sin que el grupo proveyera la letra de las mismas. Siempre me preguntaba cómo se sentiría la persona que estaba de visita siendo la única en el salón que no pudo participar en canto con los demás, aunque tengo una idea, porque Tim y yo tampoco conocíamos muchas de las canciones; lo que nos hizo sentir ajenos y que ese evento fue creado por y para un grupo exclusivo del que no formábamos parte.

Un especialista en cultura, Edward T. Hall, desarrolló el concepto de culturas de «alto contexto» y las de «bajo contexto». El esperar que la gente sepa la letra de una canción porque allí se canta con frecuencia, es una muestra de una cultura de alto contexto, en la que, de acuerdo a Hall: «la mayoría de la información se encuentra en el contexto físico o en personas iniciadas, mientras que muy poca información se da en forma explícita o se transmite como parte del mensaje». Debido a que los miembros de San Pablo comparten una historia, vocabulario, experiencias, valores y expectativas en común, muchas cosas no son comunicadas de forma explícita, y en su lugar se espera que ya todos las conozcan.

Los autores de Shaping of the Things to Come se le pide a la iglesia que «viva el evangelio dentro de su contexto cultural en vez de perpetuar un compromiso institucional apartada de su contexto cultural». Una parte importante de este proceso es reconocer que excluimos a quienes están fuera de nuestra subcultura religiosa cuando asumimos que todos entienden el vocabulario y actividades que fluyen de nuestra historia y tradición.

Una cultura de alto contexto no sólo excluye a los de afuera, sino que puede sofocar a quienes están dentro. Con el tiempo, estas culturas agregan capa sobre capa de tradiciones y reglas, lo que me recuerda la cama en que dormí en el ático en la casa de mi tío en Wisconsin; tenía tanto frío que apilé muchas colchas y me dormí debajo de ellas, pero me sentía sofocada por el peso. Este paralelismo lo vivió una de las jóvenes cuando tenía poco tiempo asistiendo al grupo de jóvenes, accedió dar un aviso durante el culto de adoración del domingo en la mañana. Pude notar que estaba nerviosa, pero hizo un buen trabajo al comunicar la información clara y brevemente, así que me sorprendí cuando se puso a llorar cuando, entre semana, la felicité por lo bien que dio el aviso. Se sintió muy avergonzada porque en la salida uno de los ancianos la había regañado por terminar su anuncio con la frase común «¿Sale?» El le dijo que era irrespetuoso hablar de forma tan informal durante el culto. No había manera que ella supiera esta expectativa nunca comunicada.

San Pablo no sólo era atraccional, definida por su ubicación y una cultura de «alto contexto» da evidencia de otra característica de un monumento: el pasado jugaba un papel prominente. Cuando llegamos nos asombró el hecho de que el evento más importante del año, la actividad que recibía más apoyo de cada sector de la congregación, que consumía tiempo, energía y una parte importante del presupuesto anual, era la celebración del aniversario. Los preparativos comenzaban con más antelación, el santuario estaba más lleno y el servicio duraba más que con cualquier otro evento. Pero el evento se me hizo estéril; consumía energía y recursos, pero no vi que dio impulso a la tarea que Dios nos dio de hacer discípulos.

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