miércoles

San Bernardino, Paraguay

Años atrás estaba explicándole acerca de las congregaciones tipo monumento, veleta y brújula, a un amigo español que ha trabajado con líderes cristianos a través de Europa y Latinoamérica por más de treinta años. Él me dijo: «¿Qué hay de las iglesias que realmente están dentro del negocio del entretenimiento...proveen poco más que un show y se enfocan en cuán grandes pueden llegar a ser. Necesitas una metáfora para ese tipo de iglesia». Mientras él hablaba, recordé un incidente desafortunado con un líder de alabanza en una conferencia de Raíces en Paraguay.

Todo el material promocional acerca del Congreso Raíces explica que no es un evento motivacional tradicional que divida el tiempo de la plataforma entre las plenarias y la música. Aunque creemos que la adoración debería ser una actividad primordial en la vida del creyente, durante los pocos días del congreso preferimos proveer a los líderes de jóvenes lo que no está a su alcance el resto del año: entrenamiento a profundidad en el ministerio juvenil. Dicho esto, el organizador local del congreso, invariablemente, invita músicos para el inicio de cada sesión y para un concierto. Cada año el equipo timón de Raíces tiene la esperanza de que esta vez sea una buena experiencia; esperamos que la alabanza se enfoque en Dios en lugar de en los músicos y su presentación, y también esperamos que la banda respete el tiempo límite que se le asigna.

El grupo musical que fue invitado al centro de conferencias en San Bernardino para el concierto era muy popular entre los líderes de jóvenes; todos cantaron, aplaudieron y saltaron. Sin embargo, el tiempo acordado para el concierto se agotó y la banda seguía tocando. Alex Chiang, uno de los mejores expositores que hemos escuchado en cualquier idioma, había llegado desde Perú y estaba esperando para impartir su mensaje. Era importante seguir el horario, no sólo por respeto a Alex, sino también porque los asistentes al congreso todavía tenían que pasar un tiempo en grupos pequeños para revisar las asignaturas del día.

El director de la conferencia les hizo una señal a los músicos de que necesitaban terminar el concierto pero estos se hicieron la vista gorda. Después que iniciaron una nueva canción, él discretamente se acercó al cantante principal y le dijo que el tiempo se había agotado.

Tan pronto como el director se alejó, el cantante le dijo a la audiencia: «Nos dicen que dejemos el escenario. ¿Ustedes quieren que nos vayamos?»

«!No!»--respondieron.

El cantante siguió diciendo: «El Espíritu está aquí esta noche y no vamos a dejar que se apague; vamos a continuar alabándole...» y le indicó a la banda una nueva canción. Era obvio que creía que su participación era lo más importante en la agenda del Espíritu para esa noche.

Después de una breve consulta con el fundador de Raíces, el director de la conferencia quitó la corriente eléctrica. Sin electricidad para sus instrumentos y micrófonos, la banda abandonó la plataforma. El orgullo y la falta de respeto de esos músicos fue exagerado, pero, hay muchas congregaciones guiadas, hasta manipuladas, por las opiniones y los deseos de la persona que tiene el micrófono.

Tim ha descrito a la iglesia veleta como «el reflejo religioso de una moda cultural». ¿Qué podría ejemplificar mejor una moda cultural que el entretenimiento guiado por las preferencias del mercado? El mundo valora los números porque más espectadores, más ventas o más clientes significan importancia y éxito crecientes. El modelo de iglesia centrada en entretenimiento atrae a personas porque les da lo que quieren, por hacerles sentir parte del círculo interno, o por decirles «las novelerías que quieren oír».

Tim y yo hemos discutido los puntos y contrapuntos de las congregaciones cuyo tiempo de reunión se centra en una experiencia visual, musical y tecnológica. A veces me he sentido perdida en un laberinto de argumentos y dudas. Precisamente debido a que las veletas son una clase de tecnología, me han provisto una forma de aclarar muchos de estos asuntos.

Las veletas se pueden ver como tecnología simple—consisten solamente de un objeto móvil colocado en un eje vertical, de tal manera que pueda girar con el viento—sin embargo, no es sencillo que una veleta sea de ayuda practica. Cuando evaluamos la tecnología tenemos que hacernos la pregunta «¿Funciona?» en dos diferentes sentidos:

1) La herramienta en sí misma ¿trabaja bien?
2) ¿Esta herramienta nos está ayudando a conseguir nuestro objetivo?

A fin de que una veleta «funcione» en el primer sentido, debe construirse y ubicarse correctamente. El objeto móvil debe estar perfectamente balanceado, con igual peso y área de superficie en cada lado del eje; para obtener una lectura correcta, la veleta debe colocarse elevada del piso, alejada de edificios, árboles o cualquier cosa que interfiera con viento. Si se cubre estos requisitos, la herramienta en sí se puede decir que «funciona». Pero, todavía queda por ver si resulta de utilidad.

De manera semejante, una congregación, obviamente, debería esforzarse por tener funcionando, lo mejor posible, todas las herramientas que usa, ya sea que estemos hablando de música y tecnología o de programas y estructuras de autoridad institucional. Pero la evaluación no puede terminar allí, debemos hacer el difícil trabajo de analizar si estas herramientas están ayudando a alcanzar los propósitos de Dios para la iglesia. No deberíamos alabar ni menospreciar a una congregación o movimiento con base en su tamaño o en su uso de los medios y la tecnología. Nuestra admiración o cuestionamiento debería partir principalmente de una evaluación de los propósitos que se están alcanzando con esas herramientas.

La banda de Paraguay funcionaba bien en el sentido de que a la gente les gustaba su música y la tocaban bien. Fueron invitados a proveer un descanso después de estar horas sentados escuchando enseñanzas, una función que ellos realizaron bien. Pero se consideraron a sí mismos un grupo de «adoración» y, como puedes imaginar, tengo mis dudas acerca de si ellos fueron una herramienta útil para ese propósito.

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